No espero la mañana
pero me sorprende,
revisando en mis secretos
del otro lado del rio
estás y aquí también
porque dejaste algo en mi castillo,
en sueños busco expandirme
y estiro mis brazos y piernas
como plastilina,
sino canto estoy triste
y tengo que susurrar al menos
algo,
que me detenga,
que me sostenga
inclinada,
la noche se vuelve calma
y terrible,
encantadora.